Hola.
¿qué tal, cómo están? Espero que bien. Este es mi relato el dia de hoy y
espero que les guste.
Este fin de
semana que decidí ir a un bar a tomar algo con mis amigas y amigos. Estaba en
la barra sola, pidiendo un trago cuando, de repente, se me acerca un hombre de
45 años, guapo y de lindo cuerpo. Comenzó a hablar conmigo y me invito a
compartir una mesa. Acepté y nos sentamos en una apartada, en un rincón.
Yo llevaba
un vestido corto de tirantes, sin brasier, y debajo una diminuta tanga de color
blanco. Tras un rato charlando, mientras me acomodaba el cabello, percibí que
él no apartaba la vista de mi escote. No tardó en invitarme a bailar y yo, como
cabría esperar, acepté. Me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile.
Sonaba música romántica, de esa que te mantiene bien apretada a tu pareja. Así,
él me abrazo por la cintura y yo puse mis brazos alrededor de su cuello.
Estábamos
tan pegados, que a veces se me bajaba uno de los tirantes de mi vestido. Alguna
que otra, incluso, se llegaba a ver el pezón. Sin más, sin pensarlo, nos dimos
un beso candente. Nuestras bocas, completamente abiertas, favorecían que las
lenguas se entrelazasen.
Regresamos
a la discreta mesa y los besos continuaron. Estaba como extasiada, sin
percatarme de que los tirantes habían bajado más de lo esperado dejando mis
pechos al aire. Estaba tan caliente que este hecho no me importó. Seguí a lo
mío. Él me besaba el cuello, los hombros, los brazos, las tetas
Como decía,
mis pechos estaban al aire, los tirantes del vestido abajo; me sentía muy sexy
en esa situación. Acto seguido, él metió la mano por debajo de mi vestido y
tocó mi panochita recién rasurada.
―Ummm… ¡Qué
rico! ―dijo él―. Noto que estás mojadita.
―¡Sí, papi
―respondí―, tú me pones así!
Mientras él
me tocaba la panochita y me besaba la boca, yo me tocaba y apretaba las tetas.
Estaba tan lanzada, que desabroché su pantalón y le saqué la verga . ¡Umm, qué
rica verga tenía! Era grande, gruesa, ¡Dios, qué ricura! No me demoré más y le
bajé el pantalón y el bóxer. Acto seguido le mamé las bolas, ricas, grandes… Se
las había dejado bañadas en babas y me senté sobre él dándole la espalda.
Así me
introduje la verga, incliné la cabeza hacía atrás y le besé mientras él me
sobaba las tetas. Yo gemía, gemía, y gemía. ¡Dios, qué rico me sabía! Sobre
todo, sabiéndome en un lugar público, donde cualquiera podría vernos.
En un
arrebato, él me subió a la mesa, abrí las piernas y me la metió sin
miramientos. Yo me abrazaba a él, le rodeaba la cintura con mis carnosas
piernas.
Apenas un
ratito más tarde, paramos, me quité el vestido y la tanga al tiempo que él se
tumbaba. Yo, lógicamente, me subí sobre su cuerpo, la volví a meter dentro de
mí y cabalgué sobre él, sin poder hacer nada para evitar que mis tetas
brincaran sin control. Estaba muy excitada… Me volvía loca de placer.
Un rato más
tarde, me colocó en la posición del perrito. Yo estaba a cuatro. Él detrás de
mí, metiendo su cara entre mis nalgas, introduciendo su lengua caliente en mi
ano, adentro y afuera, describiendo círculos con ella. No se conformó con esto
e introdujo un dedo, luego otro y finalmente tres. Había dejado el agujerito tan
abierto, un pequeño orificio en medio de mi culo carnoso, que no costó demasiado que su verga
entrara en él. Me mataba de gusto. Mis tetas se movían al ritmo de su vaivén.
Terminó
corriéndose en mi recto. Sentí su leche caliente y espesa en mis entrañas. Así
terminé yo también.
Fue una
experiencia que atesoro.
Espero que
les haya gustado. Si así ha sido, espero que comenten.
Besos bye.
Me encantaria cojerte yo tambien,soy tu mas fiel admirador.
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