En el
mes de noviembre recibí como regalo previo a navidad un abrigo muy hermoso,
color negro que supongo le costó mucho dinero a mi esposo. La caja era
grandísima y cuando lo saqué no pude menos que admirarlo y probármelo de
inmediato. Era largo y me llegaba a la rodilla. Muy abrigador.
Sin
embargo, era difícil. No quería ensuciarlo, de manera que preferí estrenarlo en
una fiesta que se efectuó a fines de noviembre ya era época de frio.
El
sindicato organizo la fiesta de aniversario de la seccion y recibiríamos una
distinción por parte de autoridades gubernamentales. Me fui en mi auto y llegué
alrededor de las 5 de la tarde. acudí a una sala de belleza en donde me harían
un peinado especial. Volví alrededor de las 7:30 y me cambié.
Por
supuesto que lo que destacaría sería el abrigo y lo tomé delicadamente y me lo
puse. Partí hacia la fiesta que se efectuaría en un salón muy grande. Llegué a
buena hora y saludé a uno que otro compañero que me encontré allí.
La
ceremonia no fue la gran cosa, sin embargo, me tomé unas copas de vino y eso me
alegró un poco. Como era viernes podría desvelarme aunque ya era seguro que
volvería hasta el sábado a casa. Conversé con algunas personas y de pronto, se
acercó un apuesto joven que llevaba un traje gris con una corbata roja. El
sujeto era algo pedante y muy seguro de sí se acercó hacia mí. Nos saludamos e
iniciamos una conversación que se prolongó por una media hora. Las copas de
vino abundaron y de pronto acercó su cara a mi oreja y me preguntó si nos
podríamos ir. Yo sin más, le dije que sí.
Partimos
cada quien en su auto y en un fraccionamiento por lomas verdes se estacionó y
me pidió que subiera a su auto. Nos fuimos directamente a un motel que era de
mucho lujo pues no sólo era una recámara, sino que también tenía una pequeña
piscina, un jacuzzi y un sofá, además de un tubo de tabledance.
El
tipo se quito la corbata y se quitó la camisa. Estábamos a media luz y de
pronto, me pidió que me pusiera más cómoda. Decidí hacer mi jugada especial. Me
quité lentamente mi abrigo y el tipo se sorprendió que debajo de él sólo
llevaba mis medias negras de red. No llevaba brassiere, ni blusa ni otra cosa,
más que un collar que había comprado hacía tiempo. Sin quitarme mis zapatillas
me acerqué a él y lo empujé hacia la cama. Él se quedó sentado mirándome
fijamente, sin tocarme. Como no hacía nada pues no salía de su sorpresa, me
acerqué y lo besé. Le bajé la cremallera del pantalón y me hinqué para comenzar
a saborear su verga. Me agradó que su verga se erectó lentamente pero muy
firme. Era una verga sino colosal, por lo menos de un buen tamaño.
La
chupé y él me pedía más y más. Fui y me
acosté en la cama. Acercó su boca a mi panocha y la separó con sus manos y me
dio una de las mejores chupadas que he recibido de alguien. El tipo sabía
hacerlo y le gustó que yo gimiera a buen volumen. Me introdujo sus dedos y
luego se volteó para que yo pudiera chuparle su verga y él continuara dando
lengüetazos en mi panocha. Ambos estábamos muy excitados.
Poco
después, le pedí que me cogiera, tanto adelante por detrás. Ambos nos volvimos
locos, él dentro de mí y yo moviéndome como una licuadora hasta que gritó que
ya iba a eyacular. La segunda vez fue aún mejor, pues duramos más y gritamos de
placer pues nos venimos prácticamente al mismo tiempo.
Una
vez que el encuentro concluyó fui al jacuzzi y me relajé, pues había sido una
buena sesión de sexo. Él durmió toda la noche y cuando despertó yo ya estaba
vestida, lista para que me llevara a recoger mi auto. Quedamos de vernos
nuevamente pero eso no ha ocurrió.
Regresé
a casa y guardé mi abrigo, uno de los mejores abrigos que me han obsequiado
Que buena te vez cariño, haces que mi verga se me pare y se me ponga tan dura que se me marque las venas de mi chile empiezen a latir y no dejan de salirme soltar gotas de leche de las ganas que tengo de cojerte, te deseo con locura me llamo Roberto y me encantaria conocerte, te prometo ser tu mayor admirador.
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