Hola les cuento desde que era una adolecente
me encantaba el sexo, mis padres trabajaban casi todo el día, así que yo tenía
mucho tiempo para pensar en sexo, y bajarme la calentura, me desnudaba por toda
la casa, y como siempre me ha gustado la luz, abría las cortinas de los
ventanales eran tres pues mi casa estaba
en una esquina, y así andaba en la casa, recuerdo una ocasión en que estaba tan
caliente y sentía un deseo inmenso de que alguien me cogiera, que el lubricante
natural de mi cuerpo chorreaba hasta las rodillas, así que no pude más, y me
vine en mi cama, me puse una almohada debajo de mi panocha y me empecé a mover
con locura, hasta que sentí muchas punzadas en mis labios, gritaba de placer,
y me retorcía todo, esto con las ventanas abiertas, y era tanta mi calentura que
no me importaba, en una ocasión se paró un hombre en bici frente a mi ventana,
y yo estaba desnuda, el alcanzo a verme, y entonces saco su verga y me la ofreció,
yo solo sonreí, y lo deje pasar, estaba tan caliente que empezamos a coger que
yo me la metía con una excitación a mi
panocha, cogimos durante una hora más o menos que me sentía como perrita en
brama, fue emocionante, ahora sé que me
arriesgue mucho, pero fue fantástico, ese hombre nunca volvió y ni era de por ahí,
ni siquiera sé quién me cogió ese día y eso es lo que recuerdo de ese día , besos bye.
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Me incorporo y le sonrío metiéndome el pecho dentro del escote y bajándome el vestido que se me había subido. El vestido es sencillo pero elegante, me gusta. Al quitármelo me doy la vuelta de manera que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi panocha se encuentren frente a el.