Hola. Este es un resumen cuando conocí a Rodrigo.
En una ocasión, en la oficina llego un chico a
tramitar unos documentos y me empezó a hacer la plática a lo cual yo como buena
servidora pública lo atendí amablemente entonces el me invito a salir a lo cual
accedí a ir a tomar la copa después del trabajo. Al otro dia le comente
a mi marido que llegaría tarde a casa, por causa de una reunión que
habría en la oficina y le pedí que se hiciera cargo de dar cenar y dormir
a los pequeños. Aunque accedió de buen modo, puso cara de incógnita,
cuando vio que, para salir, me puse un minivestido color verde. Sin
embargo, no me dijo nada. Me puse un liguero y medias, una súper mini
tanga y dejé que mis hermosas tetas se proyectaran desafiantes sin bra,
en la delgada tela del vestido. Verdaderamente, me veía fenomenal, cuando
salí de casa, los hombres se paraban para ver mis piernas que se mostraban
hasta el liguero, al manejar el coche. En ese momento, deseché toda
sensación de culpa por mi plan de ponerle los cuernos a mi querido esposo
y me dispuse a sentir con plenitud que estaba surgiendo en mí. La de ser
una hembra plena de sensualidad y erotismo. En ese momento, empecé a
sentir esas pequeñas explosiones en el clítoris, que reconocemos tan bien
las mujeres, cuando nos calentamos.
Por la noche, Rodrigo se portó como un perfecto
caballero, debo decir que mejor de lo que esperaba. Bailamos y nos
besamos tan intensamente, que casi le supliqué que me llevara a la mesa y
me masturbara, ahí delante de todos, discretamente, Yo misma le tomé su
mano y la puse en mi rodilla; mis labios rojos, temblorosos de
excitación, le suplicaron que siguiera: "Por favor papito, sigue, lo
necesito". Cuando llegó a los labios de mi panocha, se detuvo, me
abrió las piernas y siguió; entonces, supe lo que era un experto. Con
dificultades para contener gritos de placer, tuve mis tres primeros
orgasmos de la noche: "mi amor, que riiiiiiccccccooooooooooo",
le comenté al oído.
Casi automáticamente, le acaricié con mi mano
su hermosisisisisima verga, diciéndole, "me la quiero comer,
amor". Imagínense el espectáculo que estábamos dando en el lugar,
por eso, le pedí que me llevara a donde quisiera, con tal que me cogiera
y me dejara chupar ese bellísimo instrumento que le dio la naturaleza.
Durante el trayecto, me acomodé lo mejor que pude el mini vestido, pero
fue imposible, las manos de Rodrigo volaban de arriba abajo, por lo que
el vestido lo traía prácticamente en la cintura. La verdad, con el nivel
de excitación que tenía no me importaba que, quienes
transitaban por la calle a esa hora, vieran el espectáculo. Casi al llegar a su depa, le agarré su hermosa verga y me acaricié con ella las tetas, que quedaron al descubierto cuando me jalé la parte superior del micro vestido. Disfruté la humedad de la cabeza de su verga que se adhirió a mis pezones. Ahora me da risa, como debieron haberme visto las personas que transitaban por la calle. Imagínense, la mujer casada, bella y recatada, portándose como una vil puta.
transitaban por la calle a esa hora, vieran el espectáculo. Casi al llegar a su depa, le agarré su hermosa verga y me acaricié con ella las tetas, que quedaron al descubierto cuando me jalé la parte superior del micro vestido. Disfruté la humedad de la cabeza de su verga que se adhirió a mis pezones. Ahora me da risa, como debieron haberme visto las personas que transitaban por la calle. Imagínense, la mujer casada, bella y recatada, portándose como una vil puta.
Ya en su departamento, me sirvió una copa que nunca
llegamos a beber, porque, ahí, de pie, empezó a cogerme como desesperado,
les juro, que no podía detener mis múltiples orgasmos, al sentirme
penetrada como nunca. Me invadió la panocha con su semen y me volqué
besándole sus huevos y su tremenda verga, que chorreaba sabrosísimos
fluidos. Al poco tiempo nos quedamos abrazados y caímos en un breve
sueño: Le dije al oído, "Gracias mi amor, creo que ya me llevas en
el camino de convertirme en la puta que me has insistido que sea".
Cuando llegué a casa, con las medias y la tanga
dentro de la bolsa de mano, porque una vez que me di cuenta de la hora,
las metí apurada a la bolsa, no pude disimular el olor a sexo y ni el
pelo y la cara con el aroma de Rodrigo. Para salir del trance y mi marido
no cuestionara nada, le pedí rápidamente que me cogiera, como en otros
tiempos. Creo que en su interior se imaginaba lo que había pasado, pero
no dijo palabra. Me cogió como acostumbra, solo que ahora, cuando me
penetró lo hizo entre los jugos y semen que había dejado Rodrigo.
Verdaderamente lo disfruté. Que puta ¿verdad?
Termino por ahora. Les mando un beso. Y les
dejo otras de mi colección
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Me incorporo y le sonrío metiéndome el pecho dentro del escote y bajándome el vestido que se me había subido. El vestido es sencillo pero elegante, me gusta. Al quitármelo me doy la vuelta de manera que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi panocha se encuentren frente a el.