No podré
olvidar el primer día de trabajo, yo era una de las chicas más jóvenes y
antójales de la agencia de promoción. Casi a la semana empecé a recibir
intentos de ligue por varios hombres pero la verdad yo me sentía demasiada
mujer para ellos, además casi todos estaban casados o tenían pareja. Recuerdo
haber bateado todos hasta que llego el único hombre que logro hacerme suya.
¡Claro! No era exactamente mi tipo. Con sus casi 47 años don Ignacio aun le
gustaba calentarse y sentirse hombre con las mujeres. Él es precisamente uno de
los dueños de la agencia. Un hombre con bastante dinero y que nunca se casó,
aunque no me sorprende porque se que se ha encamado a muchas mujeres en su vida
y creo yo fui una de las ultimas que logro cogerse.
Desde
niña había tenido una frase muy pegada en mi mente:
“El éxito
de un mujer está en medio de las piernas” Esta frase me hizo cometer muchas
cosas desde chica; como la vez que me entregue mi profesor de matemáticas para
pasar la materia, la vez que logre seducir y coger a un oficial para que no me
llevara presa por conducir ebria, entre muchas otras. La más reciente, está
presente historia. Don Ignacio me tiro el perro casi tan luego como entre y
desde esa vez empecé a ser su PUTA personal, la verdad no significaba mucho
para mí ya que por su edad servía más para dormir que para coger. Desde las
primeras veces lo único que hacía era tocarme, meterme dedos en la vagina. Él
se quedaba complacido con que yo le hiciera “Trabajitos bucales” como él le
llamaba, le gustaba que me comiera su semen y también me chupaba la panocha.
Esto era todo el servicio que le daba a mi querido jefecito antes de terminar
el día. Ya sabía que antes de retirarme tenía que pasar a su despacho. El me subía
la falda, me quitaba la tanga y perdía su cabeza entre mis muslos comiéndome mi panocha, le ponía muy cachondo que le mojara
la cara con mis ricos jugos. Muchas veces intento penetrarme pero la flacidez
de su miembro no lo hacía posible, solo frotaba su verga en mi vagina y al
terminar se vaciaba encima de mí.
Nunca
logro hacerme el amor en más de cuatro meses siendo su puta privada. Nunca hasta
aquella noche que al fin logro metérmela muy rico. Ese día use un sensual
vestido blanco de falda corta, yo me encontraba trabajando cuando Ignacio se aproximó
a mí, metió su mano bajo el vestido y me apretó la panocha sobre la tanga. Me estremecí
al momento, estábamos en público, logre ver como una de mis compañeras
observaba discretamente como me apretaba el culo entre mis piernas. ¡Ven a mi
despacho zorrita, tengo ganas de cogerte! Me dijo susurrándome al oído. Era
casi el final del día, solo faltaban un par de horas para salir. Pase al baño
hacer pipí y me fui hacia donde Ignacio. El me vio entrar, me sorprendí al ver
que estaba masturbándose sentando en su silla. Puse seguro a la puerta y fui a
él.
Ignacio
se aplicó lubricante sabor mango en su verga y me dijo que se la chupara.
Incline mi cabeza hacia su miembro y suavemente inicie masajeándolo, el pujaba
de placer. Acto seguido me lo introduje en la boca iniciando a comérselo.
Suavemente entraba y salía de mi boca, le chupaba hasta los huevos, eso le ponía
como lobo feroz, no cabe duda que estaba disfrutando mucho el momento. Ignacio
me ordeno:
¡Súbete
el vestido y bájate la tanga! De inmediato me puse de pie, sensualmente inicie
a bailarle un striptease mientras me levantaba el vestido. Tome mi tanga y las deje caer por mis piernas hasta el piso.
Ignacio me tomo, me quito el vestido totalmente sentándome en su escritorio. El
abrió mis muslos e inicio a chuparme la panocha, también puso un poco de
lubricante en mi rajada, como siempre yo cerré mis ojos dejándome llevar por el
momento. La lengua de Ignacio recorría mis labios vaginales y me la metía un
poco.
No pensé
que esa noche lograra hacerme el amor. Don Ignacio ya había tardado frotando su
verga en mi raja vaginal, estaba gozando muy rico como siempre, me chupaba los
labios de placer mientras conservaba los ojos cerrados. De pronto… Tajante como
un rayo sentí algo adentrarse en mi vagina; era su pene que de alguna manera
logro una mágica erección y me la había metido toda hasta dentro mi panocha.
Ignacio enloqueció al sentir que logro penetrarme, me apretó las nalgas y con
todas sus fuerzas me la metía y sacaba. Yo estaba sorprendida, al fin después
de meses logro hacerme suya y me estaba culeando muy deliciosos, el me mordía
los pezones, me metí dedos en el culo. Era su PUTA en esos momentos y ¡Dios!
Como lo estaba gozando. Fueron minutos de placer para los dos, mi panocha estaba
muy lubricado y resbalaba muy delicioso su verga dentro de mí. Ignacio aun
teniendo su verga dentro de mí me volteo detrás contra su escritorio y continúo
el vaivén tan placentero, casi podía jurar que el sonido de la penetración
lograba escucharse fuera de su despacho.
Después
de unos minutos Ignacio no aguanto más y dejo soltar cada gota de su leche
dentro de mi panocha. Sentí mi vagina inundarse con tanto semen caliente que me
volvió loca de placer. Inmediatamente que termino su orgasmo su pene se volvió flácido
de nuevo, me la saco y me ordeno que le hiciera un “Trabajito oral” Yo me
incline, todo el semen se me escurría por las piernas. Tome el miembro de
Ignacio y comencé a comérmelo como otras veces. Esta vez le sabia diferente, un
saborcito rico de la combinación de su semen y mis fluidos vaginales. Mientras
le chupaba nuevamente comenzó a crecer en mi boca, el me jalo del cabello como
un jinete a una yegua y empujo mi cabeza contra él ocasionando que su verga
llegara casi a mi garganta. La calentura se apodero de el de nuevo. Ignacio me
tomo acostándome boca a bajo en su
alfombra, esta vez me iba hacer anal. Casi grito al sentir su verga intentando
entrar en mi cerradito culo que aunque no virgen pero si lo tengo muy estrecho,
solo logro metérmela un poco, aun así note su verga bien metida entre mis
nalgas, el inicio a moverse para metérmela totalmente pero no lo logro. Se le
puso flácido y termino vaciándose sobre mis nalgas.
Nos
pusimos de pie, el me beso en la boca mientras introducía sus dedos en mi
panocha muy mojada de su semen. Casi nos da un infarto cuando alguien toco a la
puerta… Eran los de intendencia, de inmediato me puse el vestido, me limpie mi
vagina con mi tanga y se las deje
manchadas de semen. Yo me acomode el cabello y me retire de su despacho con la
panocha al aire.
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Me incorporo y le sonrío metiéndome el pecho dentro del escote y bajándome el vestido que se me había subido. El vestido es sencillo pero elegante, me gusta. Al quitármelo me doy la vuelta de manera que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi panocha se encuentren frente a el.