Tengo
42 años y siempre he obtenido todo lo que he querido de los hombres. La razón
es una y muy sencilla, me encanta mamar verga. Todo comenzó en la secundaria.
Sí, apenas tenía 13 años, calcetas blancas, falda de cuadritos y suéter verde,
también usábamos una bonita boina que algunas odiaban porque nos hacía lucir
menores.
El
culpable fue mi maestro de orientación vocacional. Moreno, delgado, pelo negro
peinado hacia atrás. Sucedió un día después de clase. Se dio cuenta que me le
quedaba viendo la verga; bueno, el paquete que ocultaba bajo su pantalón. Me
dijo que tenía algo que discutir en su oficina y yo fui muy obediente en ir. Me
preguntó qué es lo que estuve viendo toda la clase. “Su sexo profesor” le
contesté. Los ojos le brillaron, pude notar que se le empezó a hinchar la
verga, me dijo que me quitara la boina y me hiciera una cola de caballo. Sin
pedir permiso me agarró por el pelo y me empujó toda la verga hasta la
garganta. En principio sentí que me asfixiaba por lo que le pedí calma y empecé
a hacer vibrar mi boca, como ronroneando. El aceptó complacido esta nueva
técnica y entonces sí pude verlo a los ojos mientras mamaba lentamente al
principio y luego chupando con más fuerza. Cuando estaba a punto de venirse me
pidió echar su semen en mis piernas, así que me subí la falda hasta los
calzones y recibí su chorro caliente en los muslos.
Ese
año aprendí el poder de una buena mamada en los hombres, pues me recomendó con
el profesor de matemáticas y de física, las materias que me resultaban más
difíciles. Me encantaba saber que a mi corta edad podía obtener tanto de ellos
con algo que verdaderamente disfrutaba. Les jalaba la verga a ritmo rápido con
mi puño, luego chupaba, hacía gemiditos, les decía “echármelos profesor” y los
recibía en los pechos o en la boca.
Así
me he pasado los últimos años. Creo que a la fecha he mamado alrededor de
doscientas o trescientas vergas. Me encantan las de hombres solteros con novias
bonitas, incluso a veces les pido que se las cojan el mismo día que se las mamo
para que piensen en mí. Mi favorito es el novio de mi mejor amiga, que a veces llega a cenar a mi casa, y muchas veces se
sale antes del trabajo para llegar una media hora o cuarenta minutos antes que
mi amiga Roció. Él ya sabe que lo espero de rodillas en cuanto abre la puerta y
ataco su miembro como una desesperada. Eso me hace sentir de lo más puta, me
encanta que llegue mi amiga y el todavía se encuentre respirando agitado
después de una buena venida que me tomé completita para no dejar rastro.
Cenamos los tres, tomamos una cerveza y yo lamo la boca de la botella cuando
Roció no ve. Ya que se van. Ya entrada en calor, le llamo a uno de mis tantos
amigos con la verga más grande que pueda
y me la empujo completita por el culo justo antes de que se vengan. El único inconveniente
es que al día siguiente amanezco de los más adolorida y a duras penas puedo
caminar. Mi jefe del trabajo es mi más reciente aficionado, a él le gusta
meterme un puro mientras se la chupo en la oficina, al estilo del famoso
presidente. Que puedo decir, existen tantas fantasías como hombres hay allá
afuera.
bueno les dejo otras de mi repertorio besos, bye
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Me incorporo y le sonrío metiéndome el pecho dentro del escote y bajándome el vestido que se me había subido. El vestido es sencillo pero elegante, me gusta. Al quitármelo me doy la vuelta de manera que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi panocha se encuentren frente a el.