lunes, 29 de diciembre de 2014

soy la mas puta


Un día fui con mi esposo, al cine. Yo iba con un vestido muy corto y ceñido, de tirantes, de color azul marino, con un escote bastante grande, y unos zapatos de tacón de unos 15 cm. Además no llevaba sostén, por lo que cada vez que daba un paso o me movía un poco mis pechos se bamboleaban bastante. Debajo del vestido sólo llevaba una tanga minúscula, que era más que nada, un poco de hilo con un trozo de tela.

Bueno, en eso estábamos. Fuimos al cine y elegimos una película para adultos. En la sala casi no había gente, sólo unos cuantos hombres jóvenes. Mi esposo y yo nos sentamos en una de las filas centrales, para poder ver bien la pantalla sin que nos doliese el cuello, y empezó la película.

Conforme pasaron los minutos me fui calentando. Los protagonistas de la película tenían cuerpos espectaculares y creo que hablo en nombre de toda la sala cuando digo que me los follaría si pudiese. El caso es que cuando llegamos a la mitad de la película no pude resistirlo y le metí la mano en el pantalón a mi esposo, que se quedó un poco sorprendido pero no dijo nada. Al cabo de unos segundos pareció calentarse también y empezó a acariciarme los pechos por encima del vestido primero, y introduciendo los dedos por el escote y manoseándome los pezones después. Yo seguí calentándome más y más, así que bajé de mi asiento, me arrodillé frente a mi marido, le abrí la bragueta y dejé salir su  verga.  que sobresalía mucho por encima del pantalón. Nada más verla terminé de ponerme caliente y empecé a lamerla, chupándole la punta y haciendo que gimiera de gusto. Cuando terminé de mamársela se corrió en mi boca y sentí el sabor de su semen en el paladar.

Me chupé los labios y después le di un beso  en los labios, noté que los hombres empezaban a mirarme con deseo lo que me hizo aumentar mi excitación al sentirme deseada. Así que antes de volver a sentarme en mi asiento, teniendo en cuenta que todos los presentes me miraban, me metí la mano por debajo del vestido y levanté un poco el hilo del tanga de mi culo. Seguidamente, sin dejar que nadie perdiera detalle, lujuriosamente me chupé el dedo que había estado en contacto con mi culo y lo relamí con gusto, poniendo cara de viciosa. A estas alturas todos estaban ya más calientes que yo y seguro que tenían ganas de cogerme. Mi marido me miraba, divertido, pero también tenía una expresión libidinosa.
























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Me incorporo y le sonrío metiéndome el pecho dentro del escote y bajándome el vestido que se me había subido. El vestido es sencillo pero elegante, me gusta. Al quitármelo me doy la vuelta de manera que mientras mi rostro está cubierto por el vestido mis senos, mi panocha se encuentren frente a el.